Artículo de Pla Ventura en Opinionytoros

Pla Ventura  

  España [ 17/12/2012 ]  

DAVID GIL, "EL OTRO MUNDO" DE LA FIESTA

Mientras un señor español llamado El Juli hace correr ríos de tinta con sus berrinches de niño chico, hay toreros españoles dejándose la vida por tierras andinas y cuyo mérito apenas es cantado por nadie. Es el caso, entre otros, de David Gil, ese torero de Linares que aferrado a sus “locas” convicciones sigue jugándose la vida en tierras peruanas.

David Gil toreando en un lugar perdido en el mundo

Lo de David Gil si tiene mérito; éste si se le puede calificar como el número uno del toreo puesto que, para llevar a cabo sus hazañas hay que tener un corazón a prueba de bombas, una capacidad de sacrificio inimaginable y unas ganas de ser torero que, sin duda, con su actitud, certifica su autenticidad.

Ha llegado a mis manos un documento visual de todo cuanto ha llevado a cabo David Gil en Perú y, quedé estremecido; cuando uno comprueba hazañas como las protagonizadas por David Gil en aquellas tierras lejanas, sin duda, uno valora por completo la auténtica vocación de un hombre que, de verdad, sin tapujos, con afición, con desprecio hacia su propia vida, en realidad, quiere ser torero.

Y querer ser torero en la “tercera” división del toreo hay que tener unos valores que, sin duda, los del primer circuito, ni los tienen ni los conocen. En España, ciertamente, se pueden dar corridas -que se dan- en condiciones precarias para los desposeídos de la fortuna, pero todo cuando aquí suceda, sin duda, será pura gloria comparado con lo de Perú. En aquellas tierras, por ejemplo, el viaje de un pueblo a otro ya es una aventura increíble; te pueden desvalijar en el trayecto y si tienes la fortuna de que esto no suceda, cuando llegas a la plaza donde tienes que torear, de repente, con mirar el escenario, puedes morirte.

El diestro de Linares, David Gil, en una plaza de ¿1ª?

Pese a todo, David Gil lleva quince años en esta aventura y, por lo que hemos podido saber, todavía sigue ilusionado por su carrera. Es cierto que, la afición de los peruanos en tantos pueblos como se dan toros, es algo admirable; David Gil, sin duda, en los pueblos peruanos es un verdadero ídolo; lo duro es tener el valor para serlo, es decir, atesorar argumentos para sobrellevar aquella cruz en todos los órdenes por querer ser torero.

Y digo que se necesita mucho valor porque, al margen del valor que entendemos como lógico para enfrentarte a un toro, hay que tener el corazón de piedra para saber que estás toreando en un pueblito que, en su plaza, ni en todo el pueblo, no existe ni una caja de aspirinas por si el torero se resfría, dicho con todo el respeto del mundo. Ni enfermerías ni médicos y, en demasiados sitios, el lugar más cercano donde podrían asistir, más o menos, a un torero herido, es de seis horas de trayecto, el suficiente como para morirte desangrado. Claro que, al respecto, Dios acude como espectador todas las tardes porque, afortunadamente, casi nunca ha tenido lugar cogida alguna que lamentar por parte de los diestros.

Nadie ocupa el último lugar del toreo por puro capricho o por romanticismo, son las circunstancias de cada cual puesto que, de elegir, nadie torearía en condiciones tan lamentables; pero el toreo es como la propia vida; ricos y pobres los hay en todas las partes del mundo y, David Gil, tras quince años de alternativa, todavía sueña en la gloria del éxito a nivel de reconocimiento general.

David Gil, claro, ocupa ese lugar porque no ha podido llegar a cotas mayores pero, sin duda alguna nadie le podrá arrebatar el honroso título de ser el número uno en estos circuitos del toreo donde, los que ocupan las primeras posiciones del escalafón de los toreros consagrados, de tener que pasar por dicho fielato, sería entonces cuando comprobaríamos su verdadera dimensión como toreros.

Fotos: Toros Perú.com